Crónica de un subempleado 2
Comienzo este diario justo en la
parte final del dichoso “documento” que todos los días entrego antes de que el
reloj dé las seis de la mañana. Soy Iván Farías, soy escorpión y Dragón de
agua. Para lo que sirva la información, que entrados ya en materia, sirve lo
mismo que poner ganador de tal o publicado en tal.
Soy escritor
pero de notas informativas. Desde hace dos meses trabajo como obrero
informático en una empresa que tiene un nombre en inglés. El conmutador, cuando
intento marcar y preguntar por el día de pago, me responde con voz engolada: “Intermidia”, así, con esa pronunciación. Acto seguido me pregunta por la
extensión, mi
determinación acaba justo ahí. Entonces, espero pacientemente a que a mi correo
llegue la notificación de que mi dinero ha sido depositado.
Trabajo de
noche. Mi compañera nocturna es una adolescente muy responsable que tiene
problemas para conseguirse un novio medianamente interesante. Aquí piensan que
tengo la misma edad que todos, entre 21 o 28, no porque los aparente, (las canas en mi barba ya acusan mis 35), sino porque el promedio de explotación
es de menores de 30. Así que prefieren pensar que soy un par a un adulto en un
trabajo jodido de recién salido de la carrera.
Volviendo a lo
de mi compañera. Ella es como una especie de referente de todo lo que es nuevo para
mí. Poco a poco voy haciéndome de manías y regreso a las mismas 15 canciones de
siempre. Así que ella, en su silencio salpicado de risas y comentarios sobre
los grupos que escuchamos me va poniendo al día.
El resto de
los compañeros (o "chicos”, como insisten en "regresionarnos” a
etapas infantiloides), son en realidad estrellas televisivas fallidas. En
especial un par de mujeres nalgonas que se sientan juntas y que nunca hacen el
menor intento de saludarnos.
Es cierto,
nuestro estado es lamentable cuando ellas llegan. Nosotros checamos entrada a
las diez de la noche y ellas hacen su arribo frescas, bañadas y perfumadas al
filo de las cinco de la mañana. Vienen muy bien dormidas. Nosotros estamos
jodidos, con el culo adolorido, con la espalda pidiendo perdón por las horas
nalgas desperdiciadas frente a la computadora.
Las mujeres, una
rubia y otra morena, llegan con sus vestidos fashion, comprados en las rebajas y nosotros mostramos nuestras
enormes ojeras con todo orgullo.
Hace no mucho una menuda adolescente, de cabello muy lacio y negro, nos pidió nuestra opinión
sobre unas fotografías de su facebook
para enviarlas a un casting.
En todas hacía
las poses trendi de los pubertos de
este inicio del siglo XXI: lengua salida, foto en el baño con el celular, rostros
inocente y sensual a la vez. Señalé un par y luego continué leyendo sobre
las declaraciones diarias de los candidatos.
Pero terminemos por hoy. En diez
minutos checaré y me iré a dormir tranquilamente.
Carnal, esa es la labor del verdadero escritor: hacer de lo mundano, lo normal y cotidiano algo extraordinario. Este relato es sencillamente una fuente de emociones. Gracias por compartirlo. Deberíamos escribir algo a 4 manos.
ResponderEliminarGracias Arthur. Viniendo de ti significa mucho.
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