El ejército realista (Literatura de terror en México)

Hace algunos años el escritor norteamericano Peter Straub vino a México y al inicio de su ponencia pidió disculpas por desconocer cuáles eran los escritores más representativos del género en nuestro país. Rafael Martínez Lloreda, un escritor, le advirtió que no debía preocuparse pues no existían exponentes.
            Para ese momento (1997) tal vez era cierto. Hacer un mapeo de los escritores de terror o que lo cultivaban en México significaba encontrarte a un viejo ermitaño como Mario Cruz y a muchos otros que lo hacían secretamente en su casa sin llegar a publicar nada. La llegada de una nueva generación más enganchada al cine y a las redes sociales ha permitido un relajamiento en el duro canon literario de nuestro país.
            No es que el terror no se cultive en nuestro país es que es perseguido y denostado por los colegas escritores que prefieren otros géneros. El realismo, como explica Alberto Chimal, a fin de cuentas es también un género. Las razones de esto pueden ser diversas. Norma Lazo, narradora, autora del libro “El mecanismo del miedo” nos dice que “…en Latinoamérica somos muy pretenciosos. Hay un desprecio hacia el género. Todos quieren hacer ‘grandes cosas’, ser artistas, hablar de los problemas más ‘profundos’ del ser humano. No se dan cuenta de las virtudes del género para fabular profundizar. Los cineastas quieren ser Bergman o Tarkovsky. Los escritores quieren ser Mussil o Flaubert. Como si hacer género te excluyera de un gold team. Yo nunca he sentido esos complejos.”
Bernardo Esquinca, uno de los escritores más celebrados por sus libros “Demonia” y “Los niños de paja” explica que: “El terror es denostado en nuestro país por parte de la academia, los críticos y los escritores más solemnes y pretenciosos, que lo desconocen y no saben de qué se trata.” Rodolfo JM, narrador y antologador de dos interesantes compilaciones de cuentos de género negro “negras intenciones” y de terror “El abismo”, tiene una teoría similar: “En México, por ejemplo, los intelectuales tienen una historia muy cercana al poder del Estado, sobretodo al de los gobiernos ‘de la revolución’. En ese contexto se ha institucionalizado el ‘realismo’. Un escritor que no se apega esos esquemas es calificado de excéntrico, en un sentido peyorativo. Aunque lo cierto es que de unos años a la fecha ese molde se está rompiendo.”
A pesar de estos prejuicios el terror ha ido tomando un lugar dentro de la literatura mexicana. Si Straub viniera de nuevo, tendríamos varios nombres que mencionarle y libros para que se llevara. Entre ellos estaría Carlos Bustos, quien vive en Guadalajara, Jalisco y tiene en su haber el Premio Nacional de Literatura “Gilberto Owen” del 2009. Ha publicado en una decena de antologías y “Fantásmica” una novela hecha de cuentos. Dónde un padre que puede ver muertos, es reclutado por el vaticano para desentrañar misterios. “Fantásmica” retoma el cuento fantástico latinoamericano y lo mezcla con el terror pulp nortemaericano. La mezcla es increíble.
Norma Lazo es una escritora que ha cultivado el género de muchas formas, ya sea haciendo, guiones, ensayos y artículos sobre él o dándole cabida en los diferentes espacios que ha tenido. “El horror en el cine y en la literatura” es un ensayo dónde Lazo expone los diferentes tipos de miedo que existen y dónde mezcla su propia experiencia con posiciones filosóficas y piscológicas. “El mecanismo del miedo” es a su vez, un ejercicio de llevar los preceptos de “El horror…” a la narrativa. La niña personaje, María José, alter ego de Lazo, descubrirá el miedo y la literatura al mismo tiempo una vez que debe irse a vivir a la casa de la abuela.
Bernardo Esquinca es todo un caso extraño ya que es un escritor dedicado exclusivamente a los subgéneros y que goza de respeto dentro de la literatura. Esquinca abreva de Stephen King y JG Ballard para crear cuentos acordes a nuestra identidad. “Los niños de paja” y “Demonia” no necesitan de recurrir a la Llorona para descubrirse nacionales. La novelle contenida en “Demonia” y que da título al libro es un recorrido por los recuerdos de unos estudiantes católicos que presencian una posesión demoniaca. Sus cuentos perturban, crean expectación y se afincan mucho en las imágenes cinematográficas.
Nestor Robles, tapatío pero afincado en Tijuana desde hace años, es cineasta y se encargó de compilar una serie de relatos de terror en cuatro tomos con escritores cercanos a Baja California. El resultado fue “Cuadernos de la sangre”, que se pueden leer vía PDF en su sitio de internet o comprar por correo en el mismo lugar. “Cuadernos de la sangre” es un recorrido variopinto de muchos escritores que se nutren más del cine que de la literatura. Que no tienen complejos y que abordan temas que otros solo soslayan.
Arturo J. Flores es periodista, narrador y fan del metal. Arturo tiene tres libros de cuentos que abordan de diferentes maneras los temas clásicos del género. “Cuentos de hadas para no dormir” tuerce los personajes idílicos y les da nueva vida. Santa Claus es degollado, un sueño sueña una vida aburrida. “Martini para suicidas” es un recorrido a ritmo de metal por vampiros que son obligados a suicidarse, sodomitas que torturan ángeles y demás seres provenientes de la oscuridad. “Como una sombra vil” conserva el tono oscuro pero lo mezcla con la melancolía.
Pepe Rojo es uno de esos escritores que si hubiera sido norteamericano sería una leyenda. Ha sido el creador de los Minibuks, de la revista SUB y de la editorial Pellejo. “I nte rrupciones” recopila algunos de sus cuentos que mezclan a partes iguales su gusto por la filosofía (Zizek), la ciencia ficción y su muy particular humor.
Para tener un panorama aproximado de lo que sucede en el género dentro del país es necesario acercarse a la antología realizada por Rodolfo JM “El abismo”, donde reúne a 18 escritores emparentados con el terror o que están de lleno en él. Los cuentos, como toda antología, varían en calidad. Sin embargo destacan los relatos de Federico Vite, Esquinca, Villegas, Rojo, Haghenbeck, Acosta y Alvahuante.
El boom del terror en los ochentas se dio gracias la política neoliberal y militarista de Ronald Reagan. El género, lamentablemente, siempre está ligado a momentos álgidos dentro de los países. Para aceptar el miedo debemos sublimarlo, por eso en este momento de nuestro país es el propicio para que surjan nuevas voces. Ya las hay y vendrán más.

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