Ilusiones perdidas
Si bien es cierto, que la producción cinematográfica en
nuestro país se ha recuperado de la exigua cifra de cinco películas en la que
llegó estar, a unas sanas cincuenta cintas al año, la industria no se ha
consolidado del todo. De las pretensiones primermundistas de algunos
realizadores, de documentales y demás géneros producidos por la cinematografía
nacional habla el nuevo libro de Jorge Ayala Blanco.
“La Ilusión
del cine mexicano” es parte del pantagruélico proyecto del crítico de cine Ayala
Blanco, que inició con “La aventura del cine mexicano” y que revisita con cada
letra del alfabeto la producción fílmica de nuestro país. Actualmente va en su
número ocho con la letra “I”. Ayala, ha construido en su larga carrera una
forma particular de “desmontar” las películas en elementos para luego irlas
desmenuzando, ayudado por una prosa abigarrada pero al mismo tiempo fluida y
terminar con una conclusión sobre el filme. Sin lugar a dudas algo que lo ha
caracterizado es su humor ácido, que va mezclando mientras explica la trama de
la película y nos contextualiza.
“La ilusión
del cine mexicano” es a la vez una memoria del cine nacional más reciente y un
desmitificador ensayo sobre las pretensiones de los realizadores y sus aciertos.
El autor, pasa revista a más de cien películas que van desde los documentales
más comentados como el protagonizado por Andrés Manuel López Obrador o Julio
Cesar Chávez; explica la complejidad de una película como “Luz Silenciosa”; se
burla de una cinta pretendidamente comercial y desfachatada como “Niñas Mal”; recorre
los oscuros pasillos de las cárceles mexicanas a través de “Los ladrones
viejos”; se adentra en el multiculturalismo de “Babel”; se encuentra con los
últimos zapatistas y va al último concierto de Timbiriche. No deja de lado
nada, lo cual convierte al libro en una muy cuidada investigación sobre el cine
actual.
La prosa de
Ayala Blanco nos permite “leer”, si esto es posible, cine. En cada una de sus
reseñas, agrupadas en siete ejes temáticos, va numerando uno a uno los temas
que más han atraído a los realizadores y que se han ido convirtiendo en simples
ilusiones: la ilusión de la democracia, la ilusión del cine que triunfa
comercialmente, la ilusión de la denuncia social, la ilusión de producir cine por
primera vez. En resumen, la ilusión de una industria que no acaba por encontrar
un público ni por encontrarse.
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