“Que se joda el espectador medio”


El noir norteamericano tiene una vertiente muy exitosa que consiste en elevar a rango de héroes a los policías. Los limpia de cualquier defecto y los lanza a las calles como verdaderos caballeros andantes. Series como CSI, Law & Order, las antiguas Starsky and Hutch o Colombo e infinidad de películas han idealizado a las corporaciones policiacas mostrándonos que “el sistema funciona” en Estados Unidos. The Wire es el reverso de esta idealización.
David Simons, creador de la serie, contó en entrevista al escritor inglés Nick Horby, que la idea surgió a partir de querer hacer una serie noir que mostrara a los policías reales. “Una serie anti policiaca”. Simon deseaba alejarse de la forma de contar normal de los programas televisivos y narrar una tragedia griega: “En la que las instituciones postmodernas son las fuerzas del Olimpo, el departamento de policía,  la economía de las drogas, las estructuras políticas, la administración de las escuelas y las fuerzas macroeconómicas que están tirando relámpagos en el culo de la gente sin ninguna buena razón.”[1]
            The Wire es un relato dickensiano, (por la cantidad de personajes y vericuetos en la historia), de una ciudad podrida hasta la médula, Baltimore. El primer reto de la serie es narrar la historia de una urbe alejada de cualquier glamur. No es Nueva York y mucho menos Los Angeles. Es una ciudad sin ningún tipo de hip a su favor. Es una ciudad con una población mayoritariamente negra (casi el 70% de su población), y tal vez por eso mismo, ha sido dejada a su suerte. Donde el crimen campea por todos lados, donde el desempleo ha crecido de manera exponencial al declive de su centro histórico, otrora segundo puerto de inmigración, luego del de Nueva York.
            El segundo reto fue crear una serie de personajes alejados de los estereotipos comunes para lograr lo imposible, que cualquiera de ellos pudiera desaparecer y la trama continuara. David Simon y el resto de guionistas echaron mano de todos sus recursos para definir personajes que vivieran por si mismos. Los guionistas tomaron a personas reales para crearlos. El capo de las drogas Avon Barksdale, dueño absoluto del West Baltimore está basado en el real Little Melvin Williams. Omar Little, el criminal con un particular código moral, en Donnie Andrews, quien muriera hace unos años luego de purgar una condena y trabajar ayudando a la comunidad.
Simon había trabajado junto a un ex policía de homicidios de la ciudad, llamado Ed Burns con él que había coescrito el enorme libro La Esquina, que posteriormente fue llevado a la pantalla en una serie de HBO. Simon y Burns hicieron trabajo de calle con la comunidad, jugaron basquetbol, comieron con ellos, se volvieron uno más de esas calles y la comunidad terminó aceptándolos. Este trabajo “a ras de cancha” rindió fruto cuando The Wire comenzó a grabarse. Varios de los personajes que aparecen son interpretados por ellos mismos. Como es el caso de Snoop, Felicia Perason, quien tenía problemas con la justicia antes y los tuvo después de que acabó el programa. Incluso el tema de entrada de la cuarta y quinta temporada, Way Down In The Hole, fue cantado por oriundos de Baltimore.
            Todos esto elementos eran imposibles de presentar en los diez minutos iniciales del primer capítulo. La serie tenía que cocinarse a fuego lento. Es por eso que muchos espectadores la abandonaron luego del segundo capítulo. No hay de donde asirse. No existe el policía obsesivo que resuelve todos los casos por su tenacidad y autosuficiencia. Tampoco el grupo cohesionado y sin fisuras que hará lo imposible por hacer justicia. El formato común de una serie policiaca de 45 minutos es pulverizado. En las series creadas por Dick Wolfe, genio detrás de La Ley & el orden, el formato es este: Presentación del caso, comerciales, llegada de los policías, comerciales, primer sospechoso, comerciales, captura del delincuente, comerciales, juicio, comerciales, resolución.
            En The Wire no hay tal. Para narrar una trama así de compleja era necesario presentar a cada uno de los personajes. Así, uno no entiende bien a bien de qué va la historia hasta el capítulo número cuatro. En este, el equipo de policías que intervendrán las llamadas telefónicas de los capos ya está conformado, ya conocimos a los mafiosos, ya conocimos a la gente dentro de la política e incluso, conocimos los problemas de la ciudad. Si uno logra soportar el desconcierto inicial el resto de la serie serás bien recompensado.
            En la mencionada entrevista entre Nick Horby y David Simon, el inglés le pregunta al norteamericano que si no tenía miedo de que el espectador medio se alejara de la serie. Simon le contestó enfático: ¡Que se joda el espectador medio!

Fragmento de un ensayo de próxima aparición.


[1] The Beliver, 8 2007 Traducción del autor.

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